Hace más de 12 meses mis socias y yo le dimos forma a una idea que rondaba nuestra cabeza desde hace tiempo: construir una comunidad de profesionales senior que sumara sus capacidades para dar respuesta a los desafíos que presenta la comunicación en las organizaciones, combinando experiencia, tecnología y metodologías de innovación.
A través de nuestra marca, desde las reflexiones iniciales sobre el naming, teníamos claro que queríamos poner en valor el activo más importante de este proyecto: la tribu. Desde el inicio de nuestra especie, los humanos nos hemos agrupado en “manadas”, pero es en la antigua Roma cuando nace el concepto de tribu para representar a los clanes o conjuntos de personas que se unían para vivir juntas porque compartían un nexo de unión: familiar, religioso, cultural, etc. En ese momento, la constitución de las tribus tenía un marcado componente geográfico y el contacto entre sus miembros se producía mayoritariamente de manera presencial.
Está claro que hoy en día el concepto ha evolucionado y gracias a la tecnología, que nos conecta con perfiles afines al nuestro aunque estén ubicados en cualquier punto del planeta, hemos asistido en la última década a un crecimiento exponencial de las comunidades. En ellas nos encontramos a personas unidas por un mismo interés, y como sucede en CommsTribe, con una pasión compartida: la comunicación y la innovación. Ahora, el inconveniente de la deslocalización está superado y gracias a las redes sociales, las herramientas de mensajería o los sistemas de videoconferencia, mantener el contacto vivo es posible, lo que no significa que no implique un reto.
Pensar en la posibilidad de desarrollar proyectos de comunicación aplicando desde su inicio métodos y herramientas del ámbito de la innovación a través de un modelo en red, en el que cada miembro aporta una trayectoria profesional, un conocimiento amplio en diversos sectores, unas capacidades únicas, puesto que la combinación de las variables anteriores nos convierte en perfiles diferentes, supone un soplo de aire fresco a los modelos tradicionales y una respuesta a la demanda creciente de las compañías por hacer las cosas distintas. El punto de partida para que una comunidad funcione es que sus miembros compartan un propósito y unos valores. En nuestro caso, la firme creencia de que la comunicación es un activo líquido que fluye en todos los ámbitos de la compañía y cuya combinación con la innovación aporta un valor añadido que impacta positivamente en el negocio (de múltiples maneras), es un mantra que nos une. A su vez, y no menos importante, nuestros tribers conectan con unos principios que son clave para diferenciar nuestra propuesta de valor en el mercado. Creemos en el conocimiento compartido, el liderazgo distribuido, la colaboración o la co_creación como herramientas para generar soluciones out of the box, y esta manera de ser y de hacer se cultiva en el día a día de cada proyecto.
Pero, de cara a que esa visión compartida se convierta en cultura, es necesario celebrar rituales que unan a todos los miembros de la comunidad y refuercen ciertos mensajes o ideales que reflejan sus valores y permitan que se vayan asentando “a fuego lento”. A muchos de nosotros se nos viene a la cabeza el poderoso baile de la Haka que los All Black, el equipo de rugby neozelandés, realiza antes de iniciar un partido. Pues, de eso hablamos. Necesitamos combinar formatos, narrativas y liderazgos para que nuestro mantra sea palpable en cada encuentro de la comunidad.
A su vez, crear historias y compartir experiencias a través del ejemplo de los tribers y cómo sus valores, comportamientos o acciones reflejan nuestra cultura, es una de las formas más poderosas de consolidar la tribu. Y estas historias potenciarán las conexiones entre la comunidad, aportando un mayor valor a sus miembros y dotándonos de una mayor conciencia como grupo. Ejemplos como Etéreo y Bitcoin nos demuestran cómo es posible que una comunidad desarrolle algo más grande de lo que una compañía podría haber hecho nunca, en términos de conexión y alineamiento.
Por otra parte, conocer las competencias de cada uno, lo que podemos aprender de otros o lo que cada uno puede aportar a otros, fomenta la generación de un ecosistema de intercambio de conocimiento e incrementa el grado de conectividad de la red.
Sin embargo, no podemos pensar que esto ocurrirá de manera orgánica exclusivamente, y potenciar que las interacciones entre los miembros de la comunidad sean frecuentes y de calidad incrementará las posibilidades de que la tribu descubra cómo aportarse un mayor valor.
En un modelo como el de CommsTribe, el valor que aporta cada marca personal es clave para nuestro ecosistema. Nuestra comunidad de profesionales senior cuenta con una sólida trayectoria y reputación en el sector, lo que genera confianza tanto a los clientes como al resto de tribers.
En el momento actual, poner en valor el seniority de la red nos parece un compromiso fundamental pues el mercado está repleto de talento que no puede absorber. Nuevos modelos de negocio, como el nuestro, que conectan talento para aportar soluciones no convencionales, crecerán y transformarán, como ya está sucediendo, el entorno de los servicios profesionales en comunicación.
Nuestra red crece día a día y se expande para seguir nutriéndose de otras disciplinas que se aliarán con la comunicación para responder con éxito a los desafíos que las compañías tienen que afrontar. ¿Estás preparado?
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